viernes, 23 de enero de 2015

BIG ONE. CAP 2

Y allí estábamos los dos, al cabo de 1 mes de aquel viernes fatídico, en Manresa, en un barrio periférico llamado "la Balconada" viviendo en un piso de 60 metros.
Mis padres habían podido vender la casa a unos rusos, aunque mi madre y el abuelo -que era abogado- se encargaron de quedarse la mayor parte del dinero.Con lo que le dejaron a mi padre, una vez liquidada la hipoteca -¡menos mal!- a penas sí le llegaba para el alquiler, los gastos y el coche de segunda mano que se compró para ir de Manresa a Sallent, un pueblo minero perdido en la mitad de la nada. El trabajo que había encontrado era de ingeniero en una cooperativa en que los trabajadores se habían quedado con la empresa arruinada y como tantas en concurso de acreedores lo que suponía trabajar sin sueldo hasta que llegase - o no- algún beneficio ¡genial!
Mi padre encajó todo el proceso sin rechistar. Toda mi familia - sobretodo mi madre- le culpaban del naufragio. Y él también se culpaba a sí mismo.
Lección número uno: se puede ser malo pero no un fracasado.
Me dio tanta pena que no dudé en irme con él. Yo quería a mi padre, era un buen hombre, incluso demasiado bueno. Nunca protestaba, asentía a lo que mi madre y mi abuelo le pedían. Mi madre lo criticaba porqué nunca protestaba en el trabajo, siempre cumpliendo, sin quejarse. Y al final ¿para qué? le decía.
Definitivamente no se merecía lo que le estaba sucediendo. No iba a dejarle sólo.

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