viernes, 27 de febrero de 2015

BIG ONE. CAP 7


- No veo que tiene el edificio de especial. Comenté yo mientras empezábamos la ronda con Hasan.

La ampliación del hospital de Manresa estaba construida sobre una pendiente en la que se había levantado una mole de color blanco y negro de difícil definición adosada al hospital viejo. Tenía diversas edificaciones de planta cúbica de alturas distintas  y conectadas entre sí. Ocupaban la totalidad del solar. Mientras íbamos bajando por la calle principal Hasan iba haciendo fotos con el móvil, cosa difícil pues el solar estaba cerrado por una valla metálica bastante alta y una reja interior. En la calle de abajo estaba la salida del que venía a ser el aparcamiento encastada en medio de un muro negro como si de la entrada del infierno se tratase.

- Por ahí no entro yo. Dijo Hasan rompiendo el silencio del paseo.

- Ni yo tampoco.

Seguimos hasta la siguiente esquina que doblaba a la calle que seguía el edificio por su parte posterior. La calle se hacía de subida y el edificio, que estaba elevado sobre un montículo, parecía una auténtica fortaleza medieval. Casi al final de la subida encontramos una puerta de entrada a pié de calle.

- Si entramos por aquí acabamos directos al cuartelillo. Dijo Hasan.

La verdad es que la puerta era demasiado accesible y estaba a la vista de todo el vecindario de los edificios colindantes. En una palabra, no tenía ninguna emoción. Seguimos subiendo el último tramo de la cuesta hasta lo que era ya el edificio antiguo. Hasan se detuvo y me señaló con el móvil hacia uno de los ángulos del edificio.

- Por ahí.

viernes, 20 de febrero de 2015

BIG ONE. CAP 6

El tal "B1 de mi barrio" era ni más ni menos que las instalaciones de la ampliación de un hospital cercano que habían quedado paradas por culpa de la crisis. El edificio estaba terminado, con sus techos y paredes, sus puertas y ventanas pero vacio y sin funcionamiento. Como tantas cosas había sido proyectado " en la otra época" como le llamaba mi padre, en la que todos pensábamos que la riqueza  formaría parte de nuestras vidas para siempre. En definitiva,un tótem caído más. Al lado de las instalaciones estaba el edificio del antiguo hospital que seguía en funcionamiento. La verdad,no me parecía una azaña especialmente difícil ni peligrosa y personalmente no le veía la emoción al tema ¿qué se podía hacer en un edificio vacio? pero así, si participaba en ello, me quitaba para siempre la espina de cobardica. No sé cómo pero el trío de mosqueteros me estaba comiendo la moral con el tema.
Mendoza quería entrar de noche y salir a la mañana siguiente. Propuso posponerlo hasta principios de Octubre porqué la noche sería así más larga y porqué para Setiembre los tres mosqueteros tenían alguna que otra asignatura que recuperar. Mendoza nos encomendó que durante las semanas que faltaban inspeccionásemos el edificio y propusíesemos los puntos de entrada y salida - que teína que ser diferentes para dar más emoción a la cosa- así como un plan de recorrido por el edificio.
Dejé el trío en la mesa y volví al mostrador para cerrar la caja. Estaba tranquilo y aliviado, después de ésto no me sentiría acomplejado cada vez que me mirasen en el instituto porque ya no les tendría que demostrar nada. "Debutar con un B1" pensé medio sonriendo " no está mal para un meapinos de Barcelona"  ¡Si mis compañeros del Liceo me viesen!

viernes, 13 de febrero de 2015

BIG ONE. CAP 5.

El curso fué avanzando, los tres mosqueteros y yo no volvimos a hablar. Hasan, mi compañero de pupitre, viendo mi manifiesta incomodidad, tampoco me volvió a comentar nada del tema. Bueno, de hecho los mosqueteros no eran tres, eran cuatro, muchas veces se les unía un chaval más pequeño, muy retraído.
"Es el hermano pequeño de Mendoza" me contó Hasan " no es tonto, tiene una especie de autismo, lo tiene muy protegido" concluyó adelantándose a mis preguntas.
Llegó el verano, mi primer verano sin vacaciones, Mis padres se habían vendido también su apartamento en Begur, donde yo me reunía con todos mis amigos del Liceo en mis largos veranos en la Costa Brava. Yo encontré un trabajo en el Viena que habían inaugurado en Manresa. Mi padre me acarició cuando le dije que trabajaría durante mis vacaciones. El tampoco tendría vacaciones, levantar la empresa no era tarea fácil y había puesto todo su empeño en el nuevo proyecto de Sallent. De alguna manera le servía también para olvidar el pasado que parecía ya muy lejano, como de una época que ya no volvería.
Aquella tarde de aquel día de finales de Agosto el restaurante estaba muy tranquilo. Yo estaba absorto en mis pensamientos, ciertamente no había digerido aún el duelo de aquella situación que me seguía pareciendo totalmente irreal ¿Qué hacía yo en Manresa? ¡Por Dios! ni los wats de mis amigos de Barcelona me consolaban. Dejé de mirar por la ventana y me concentré en atender los siguientes clientes que se acercaban con sus bandejas llenas.

- Hola novato. Me saludó uno de ellos con una media sonrisa.

Mi cara de sorpresa era indisimulable y eso le encantó a Mendoza.

- ¿Que tal Fran, como va el verano? me preguntó Hasan intentando quitar hierro al asunto. Héctor, siempre serio, parecía también querer esbozar una sonrisa.

- Aquí trabajando. Esta todo ¿queréis alguna cosa más? pregunté intentando mostrar neutralidad.

- Hombre querer, querer... Dijo Mendoza.

La verdad es que este tío me ponía nervioso, me imponía, y él lo sabía y le gustaba.

- Ya sabes lo que quiero de tí novato.

- Ya,ya. contesté lacónicamente.

- Estamos preparando una entrada especial en tu barrio. Un B1.

- ¿Un B1? pregunté.

- Sí, un big one. Contestó Hasan.

- Carai. Contesté sin ninguna emoción.

El tal Mendoza y sus aventuras me estaban poniendo auténticamente enfermo ¿Porqué no me dejaba en paz?
Después de pagar se sentaron en una de las mesas del rincón y empezaron a sacar sus planos y papeles. No había nadie más en el local, acabé de limpiar el mostrador, cerré la caja y me acerqué a ellos sin saber muy bien porqué. A lo mejor para acabar con todo aquel rollo de una vez.

- ¿Y bien? Soy todo oídos.

Hasan me miró sorprendido mientras Mendoza sonreía sin levantar la cabeza del plano.

viernes, 6 de febrero de 2015

BIG ONE. CAP 4


El mes de Mayo llegaba a su fin, las cosas iban estabilizándose en Manresa, incluso mi padre estaba ya más tranquilo pues había empezado a cobrar una nómina submileurista con regularidad que nos permitía al menos cubrir gastos. Aunque él no me lo pidiera quedaba claro que yo tendría que complementarla trabajando durante el verano en alguna cosa. También había hecho algún que otro viaje a Barcelona para ver a mi madre y mis hermanas. El tren de Manresa a Barcelona era la cosa más patética que había visto en mi vida. La estación, que estaba situada en un terraplén perdido al lado del feo río, para no tener no tenía ni lavabos. Se tardaba tanto a llegar a Barcelona como yendo a pié y cuando llegabas a Sants tenías el culo totalmente adormecido. Alguna vez había coincidido con los tres mosqueteros - que es como había bautizado a mis "inseparables" amigos- pero no cruzábamos palabra. La verdad es que no había sido justo con el tal Mendoza, había recuperado mi móvil y ni le había dado las gracias. Un día en el patio, tomé la iniciativa y me acerqué. Estaban los tres sentados en el suelo mirando un papel donde Mendoza estaba dibujando. Al llegar a ellos Hasan me sonrió, los otros dos chicos me miraron seriamente en silencio.

- Gracias Mendoza. Dije directamente.

- ¿Gracias por qué?

- Por haber recuperado mi móvil.

"Ah" contestó antes de volver a sumergirse en sus garabatos.

- ¿Qué estáis haciendo? pregunté.

- Siéntate. Me contestó Mendoza dejando un hueco a su lado.

El papel era el croquis de un edificio en el que Mendoza estaba dibujando flechas.

- Entraremos por aquí. Dijo.

- ¿Entraremos? Pregunté asustado.

" Schhiiittt" me contestó Hasan con el dedo delante de sus labios.

- Pero ¿vosotros a qué os dedicáis? Pregunté francamente sorprendido.

- No te preocupes amigo, no somos delincuentes. Contestó Hasan ante la mirada de desaprobación de Mendoza.

- Entramos en edificios abandonados, eso es todo.

- ¿Y qué hacéis allí dentro?

- Pasar el fin de semana o solamente una noche, depende. Contestó Héctor saliendo de su silencio sin dejar de mirar el papel.

- ¡Pero esto es ilegal! respondí exaltado.

- Schiittt, ¡baja la voz ostias! Volvió a requerirme Hasan.

- No robamos nada, es un reto, cada edificio es diferente, los clasificamos según su dificultad, además no sabes nunca lo que te puedes encontrar, y siempre hay alguna recompensa. Dijo Mendoza.

- ¿Recompensa? Exclamé.

- Es como los roscones, siempre hay alguna sorpresa. Dijo Hasan sonriendo traviesamente.

- Sabes, nunca nada es como parece. Sentenció Héctor.

- Qué novato ¿te apuntas? Preguntó Mendoza clavando su mirada en mí blandiendo también una media sonrisa.

Fue lo último que escuché antes de levantarme de allí como empujado por un resorte.