viernes, 6 de febrero de 2015

BIG ONE. CAP 4


El mes de Mayo llegaba a su fin, las cosas iban estabilizándose en Manresa, incluso mi padre estaba ya más tranquilo pues había empezado a cobrar una nómina submileurista con regularidad que nos permitía al menos cubrir gastos. Aunque él no me lo pidiera quedaba claro que yo tendría que complementarla trabajando durante el verano en alguna cosa. También había hecho algún que otro viaje a Barcelona para ver a mi madre y mis hermanas. El tren de Manresa a Barcelona era la cosa más patética que había visto en mi vida. La estación, que estaba situada en un terraplén perdido al lado del feo río, para no tener no tenía ni lavabos. Se tardaba tanto a llegar a Barcelona como yendo a pié y cuando llegabas a Sants tenías el culo totalmente adormecido. Alguna vez había coincidido con los tres mosqueteros - que es como había bautizado a mis "inseparables" amigos- pero no cruzábamos palabra. La verdad es que no había sido justo con el tal Mendoza, había recuperado mi móvil y ni le había dado las gracias. Un día en el patio, tomé la iniciativa y me acerqué. Estaban los tres sentados en el suelo mirando un papel donde Mendoza estaba dibujando. Al llegar a ellos Hasan me sonrió, los otros dos chicos me miraron seriamente en silencio.

- Gracias Mendoza. Dije directamente.

- ¿Gracias por qué?

- Por haber recuperado mi móvil.

"Ah" contestó antes de volver a sumergirse en sus garabatos.

- ¿Qué estáis haciendo? pregunté.

- Siéntate. Me contestó Mendoza dejando un hueco a su lado.

El papel era el croquis de un edificio en el que Mendoza estaba dibujando flechas.

- Entraremos por aquí. Dijo.

- ¿Entraremos? Pregunté asustado.

" Schhiiittt" me contestó Hasan con el dedo delante de sus labios.

- Pero ¿vosotros a qué os dedicáis? Pregunté francamente sorprendido.

- No te preocupes amigo, no somos delincuentes. Contestó Hasan ante la mirada de desaprobación de Mendoza.

- Entramos en edificios abandonados, eso es todo.

- ¿Y qué hacéis allí dentro?

- Pasar el fin de semana o solamente una noche, depende. Contestó Héctor saliendo de su silencio sin dejar de mirar el papel.

- ¡Pero esto es ilegal! respondí exaltado.

- Schiittt, ¡baja la voz ostias! Volvió a requerirme Hasan.

- No robamos nada, es un reto, cada edificio es diferente, los clasificamos según su dificultad, además no sabes nunca lo que te puedes encontrar, y siempre hay alguna recompensa. Dijo Mendoza.

- ¿Recompensa? Exclamé.

- Es como los roscones, siempre hay alguna sorpresa. Dijo Hasan sonriendo traviesamente.

- Sabes, nunca nada es como parece. Sentenció Héctor.

- Qué novato ¿te apuntas? Preguntó Mendoza clavando su mirada en mí blandiendo también una media sonrisa.

Fue lo último que escuché antes de levantarme de allí como empujado por un resorte.

1 comentario:

  1. Qué verdad: "Nunca nada es cómo parece", como un templo.
    Y sí que hay lavabos en la Estación, pero te puedes pillar cualquer cosa...

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