domingo, 26 de abril de 2015

BIG ONE. CAP 15

- Los ascensores no pueden ser, no funcionan. Dijo Mendoza pulsando la botonera.

Yo no entendía nada.

- Hay una cámara. Dijo Hasan señalando un objeto semiesférico que se adivinaba en el techo.

- No, procede del exterior. Dijo Héctor, allí inmóvil como un tótem y con los ojos cerrados.

Nos dimos la vuelta, vimos como unos haces rojizos, casi imperceptible para la vista iban atravesando el espacio exterior de lado a lado de la pared.

- De allí salen. Dijo Hasan señalando unos orificios agrupados repartidos por la pared.

La imagen era irreal.

- ¿Son defensivos? Preguntó Mendoza.

- No pero crean un campo magnético muy fuerte y seguramente están alrededor de todo el edificio. Dijo Héctor.

- Por eso murió el vagabundo. Dijo Hasan.

- ¿Quién murió? Pregunté yo.

- Sí Hasan -contestó Héctor sin reparar en mi estupor- un campo magnético de tal magnitud puede ser insoportable para una persona delicada del corazón. Recuerda que atribuyeron su muerte a una parada cardíaca y no a un accidente.

- ¡Me lo podíais haber dicho! Dije yo con un enojo evidente.

- ¿Decirte qué? Respondió Mendoza sin dejar de mirar el espectáculo.

- ¡Lo del mendigo!

- Salió en el periódico local novato pero claro, tu tienes la cabeza en pijolandia. Dijo Mendoza sin duda ya harto de mis reclamaciones.

- Por eso nos interesó este B1 Fran -dijo Hasan- una muerte siempre encierra algún misterio.

- No te estreses novato- dijo Mendoza- seguro que el láser sólo funciona de noche. Volvamos a la zona cero.

Atravesando el pasillo mi enfado iba en aumento. No podía dejar de repetirme que tenía que haber hecho caso a mi sentido común desde el principio, el mismo que ahora y de manera evidente me repetía que algo iba mal, muy mal.
Llegamos a la zona cero, contrariamente a lo que podía esperar el trío de mosqueteros discutían apasionadamente sobre el posible origen del láser. Sus ojos brillaban de excitación, no había miedo por ninguna parte, de alguna manera habían encontrado el elemento morboso activador que les permitía poner en marcha su imaginación una vez más.
Como quien toma la dosis de su droga.

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