miércoles, 26 de agosto de 2015

BIG ONE. CAP 30

Nos acercamos lentamente hacia el panel, Héctor bajó los brazos parecía de vuelta de una experiencia trascendente.

- Mis abuelos me habían hablado de esto pero no pensé nunca que lo podría vivir en persona. Dijo sin dejar de mirar la figura rojiza.

- ¿Antepasados? pregunté yo. Ya no temía la reacción de nadie, ya no me consideraba un novato inexperto y temeroso, así que me acerqué a Mendoza más decidido que nunca.

- Amigo Mendoza ya va siendo hora que me expliques, que nos expliques -dije girándome a Hasan- que hacemos aquí.

Esta vez Mendoza no se enfadó, cruzo la mirada con Héctor que volvió a asentir.

- Esta bien Fran -lo de novato parecía que se iba alejando- no te habíamos dicho nada porque no podíamos estar seguros de lo que Héctor nos explicaba. Entramos en este edificio porque Héctor nos lo pidió. Desde que lo cerraron Héctor empezó a captar algo, algo distinto, como si dentro o alrededor se estuviese creando una especie de espacio telepático.

Hasan y yo nos quedamos mirándole con la mirada vacía.

- Una zona de consciencia común -aclaró Héctor- una gnososfera, lo que nosotros llamamos el Hunab Ku.

- ¿Quienes sois vosotros Héctor? -pregunté directamente- la figura del chico moreno ya no me intimidaba.

- Los Mayas Fran -dijo Mendoza- Héctor es descendiente de una estirpe de sacerdotes mayas.

- Su familia es hondureña. Me aclaró Hasan en voza baja.

- ¿Me estáis tomando el pelo? Pregunté. Los tres siguieron mirándome serios.

- Nuestros antepasados lo utilizaban para conectarse con el entorno, con la naturaleza, con los astros. A través del Hunab Ku recibieron toda su sabiduría, el Hunab Ku era lo que los reconocía, les mantenía juntos, les permitía seguir siendo un pueblo unido y orgulloso. Cuando llegaron los españoles hicieron todo lo posible para destruirlo y lo convirtieron en una deidad fácilmente sustituible por su Dios y en el momento que mi pueblo renunció al Hunab Ku su decadencia fue imparable.

- ¿Y no hicieron nada para impedirlo? Pregunté absolutamente anonadado por la historia familiar de Héctor.

- Los sacerdotes se opusieron y fueron asesinados sistemáticamente por los conquistadores. Algunos sobrevivieron a la masacre huyendo y han pasado este conocimiento de generación en generación.

- ¿Me estás diciendo que estamos ante algo divino?

- No necesariamente Fran. Este poder puede utilizarse para el bien o para el mal.

- ¿Y quien lo está utilizando aquí?

- Esto es lo que estamos intentando saber Fran - dijo Mendoza- y nos va el pellejo en ello.

- Chicos mirad esto . Dijo Hasan que había bajado hasta el frontal del panel.

jueves, 20 de agosto de 2015

BIG ONE. CAP 29

- Te veo preocupado Marcos.  Dijo el doctor Martínez mientras se servía un café en la zona de descanso de urgencias.

El doctor Salcedo sentado en el sofá no dejaba de mirar el móvil. Finalmente levantó la cabeza.

- Perdona Sergio, líos de jefe de guardia.

- ¿Algo grave?

- No lo se Sergio.

- Déjame adivinar, la unidad 7.

Al oírlo el doctor Salcedo levantó la cabeza con cara de sorpresa.

- No te esfuerces compañero lo sabe ya todo el mundo.

- ¡Pues que bien!

- ¿Que pasa en este hospital Marcos?

El doctor Salcedo se encogió de hombros y continuó mirando el móvil.

- Primero y de golpe suspenden la ampliación y nos dejan colgados entre las cuatro paredes del hospital viejo sin ninguna explicación y luego el show de la unidad 7.

- Déjalo doctor Martínez, nuestra profesión ya hace tiempo que ha perdido la lógica.

- La lógica, el sentido común y el norte.

- Otra cosa Sergio.

- Dime.

- No comentes nada de lo de esta noche.

- ¿O qué?

- No preguntes, simplemente créeme amigo.

domingo, 9 de agosto de 2015

BIG ONE. CAP 28

Llegamos a la planta -3, la puerta estaba cerrada. Héctor sacó su tarjeta mágica y la pasó sobre una pieza cuadrada negra situada al lado de la puerta  mientras Mendoza la empujaba. Se oyó un pequeño zumbido y un "clac" y la puerta se abrió.

- Entremos. Dijo Mendoza.

El aspecto de la planta -3 era irreal, las paredes y las puertas eran totalmente blancas, no había ventanas ni carteles, sólo se adivinaban los pequeños cuadrados negros al lado de cada puerta. Héctor se dirigió al final del pasillo donde estaba la más grande, sacó la tarjeta y la pasó por el cuadrado. Nada se movió. Miró en su mochila y sacó dos más -evidentemente en la zona cero había estado considerando varias posibilidades- finalmente la puerta se abrió pero esta vez Mendoza tuvo que esforzarse para abrirla.
Entramos en una sala grande, vacía, inclinada hacia abajo.

- El salón de actos del hospital. Dijo Hasan parándose a mi lado, era evidente que ya había memorizado los planos del edificio.

Héctor caminaba ensimismado, como poseido, hacia el fondo de la sala donde un enorme panel con un espiral emitía una luz roja que hacia innecesarias nuestras linternas. Cuando llegó al final se paró parecía analizar la imagen del panel con curiosidad -a mí todo aquello me parecía sencillamente aterrador- se giró, miró a Mendoza que estaba a unos metros de nosotros contemplando el espectáculo con el mismo ensimismamiento y asintió con la cabeza.

- El Hunab Ku. Dijo Mendoza.

Héctor se dirigió de nuevo hacia la luz y extendió los brazos.