jueves, 26 de mayo de 2016

BIG ONE. CAP 63


Era un hombre, uno sólo. Se dirigía directo a nosotros moviendo ostensiblemente los brazos. Héctor cogió la lanza cargó el brazo y se adelantó unos pasos.

- ¡Espera, espera! Gritó Hasan cogiendo a Héctor del brazo para después dirigirse hacia el extraño.

- ¡Es tu hermano Mendoza, es tu hermano! Gritó Héctor que había parado el lanzamiento en el último suspiro. Yo no salía de mi asombro. ¡El hermano de Mendoza. Imposible!

- Nuno, Nuno ¿qué haces aquí? Gritó Mendoza abrazando  su hermano pequeño.

- ¡Vamos, vamos! gritaba el chico ¡Vamos!

"Vamos" ¿A dónde? Pensaba yo.

- Sigámosle. Dijo Hasan decidido como si no le extrañase en absoluto la presencia del chico.

Y empezamos a correr. Volvimos al pasillo de detrás del mostrador. la pequeña ventana que llevaba a la grúa seguía aún abierta. Antes de llegar a ella Nuno torció a la derecha.

- ¡Hacia aquí no! -empecé a gritar- es justo donde quieren que vayamos. Nos acorralaran en la pared.

Mendoza intentó parar a su hermano que corría como un poseso pero éste lo separó mientras seguía gritando.

- ¡Vamos, vamos!

Llegamos al final del pasillo y efectivamente nos íbamos acercando a la pared que separaba el edificio nuevo del viejo.

¡No, por Dios no! grité. estábamos perdidos.

Llegamos al pequeño espacio que había entre el ventanal, los ascensores y la pared. Por el ventanal se veía ya perfectamente las luces del exterior y el láser que brillaba con toda su intensidad como esperándonos pacientemente.

- ¿Y Nuno, dónde está Nuno? preguntaba Hasan mirando alrededor del pequeño espacio. Parecía como si se lo hubiese tragado la tierra.

En ese momento reapareció el hermano de Mendoza de la nada.

- ¡Vamos, vamos! Volvió a gritar tirando del brazo a Mendoza.

- Nuno, ¿de dónde sales Nuno? Gritó Mendoza.

Esta vez desaparecieron los dos. Yo no entendía nada.

viernes, 20 de mayo de 2016

BIG ONE. CAP 62


Los segundos que pasaron se me hicieron eternos pero finalmente uno de los celayolts apareció por la escalera. Me levanté como un muelle, no creo que pudiese verme porque tenía la oscuridad a mi espalda. Lancé el palo de suero con todas mis fuerzas y este se le clavó en el cuello, justo por encima del pecho. Me quedé literalmente paralizado viendo como intentaba denostadamente desclavárselo con las manos antes de caer rodando por la escalera hasta casi donde estaba yo. Bajé las escaleras de tres en tres, al final apareció Hasan.

- Fran ¿qué haces? te estábamos buscando.

Al final de la escalera Héctor y Mendoza me estaban esperando. Moriríamos pero moriríamos juntos.

- ¡Le he dado, le he dado a uno! dije terriblemente excitado. Mis compañeros, que ya no me escuchaban, empezaron a correr hacia el mostrador de la -1. En ese momento, de detrás del mostrador apareció una nueva sombra.

Era el final.

jueves, 12 de mayo de 2016

BIG ONE. CAP 61


Los dos hombres del pasillo se fueron acercando caminando lentamente, con prudencia, como esperando que nosotros hiciéramos la acometida final. Ya sabían de lo que eramos capaces.

- ¡No os mováis, no os mováis ni un milímetro! Dijo Mendoza.

- Mirad al fondo. Dijo Hasan.

Tres sombras se iban haciendo visibles al final del hall. La luz que venía del exterior aumentaba de intensidad por momentos. Seguramente era lo que ellos esperaban para atacarnos definitivamente.
Héctor entonces cogió una de las dos lanzas que llevaba y se adelantó unos pasos.

- ¿Héctor, a dónde vas? ¡Héctor! gritó Mendoza.

Héctor arrancó de un golpe de pié la base de la lanza, corrió unos metros en dirección a los hombres y lanzó la percha con una fuerza inusitada. Ésta describió una veloz parábola y se clavó en la ingle de uno de los atacantes que se desplomó en el suelo. Los otros dos se separaron rápidamente hacia los lados. Héctor volvió a nuestra posición.

- Cuatro contra cuatro. A ver que pasa ahora. Dijo cogiendo la otra lanza.

En ese momento, al final del hall, aparecieron dos hombres más. Uno de ellos levantó su brazo derecho y la luz del antebrazo empezó a brillar.

- Es la orden, ahora nos atacarán. Dijo Héctor.

En ese momento los dos hombres del pasillo lateral empezaron a correr.

- Rápido, por las escaleras. Dijo Mendoza.

Nos dirigimos hacia las escaleras que teníamos en frente y que llevaban al hall del -1. Yo, que iba el último, me detuve en medio de la escalera y me quedé tumbado.
Era mi turno.

viernes, 6 de mayo de 2016

BIG ONE. CAP 60


Nos levantamos de golpe y preparamos nuestras lanzas atando fuertemente las linternas sobre ellas. Me invadió unas ganas terribles de llorar, me sentía agotado y a la vez incrédulo ante la terrible evidencia de que ya no teníamos opciones reales. Una vez atada la linterna preparada con pilas nuevas empecé a dirigirme al pasillo lateral.

- Por aquí no Fran, es una ratonera. Por el pasillo del medio.

Mendoza tenía razón. Así fue como acabaron con el vagabundo o lo que fuere, lo acorralaron en el muro de división de los dos edificios y no tuvo más remedio que huir por la zona del láser donde lo frieron. Además, si nos teníamos que enfrentar que fuese a campo abierto. La cercanía de nuestro desenlace me hacía verlo todo claro. Yo lo vivía con una extraña y a la vez sorprendente paz interior. ya no sentía temor, sólo rabia.
Salimos al pasillo, al fondo dos sombras se pusieron a correr al vernos. Se adivinaba por el brillo rojizo de sus brazos que estaban en estado de máxima activación.

- Rápido por la escalera y al hall de entrada. Dijo Héctor agitando la lanza.

Llegamos otra vez hasta el hall de entrada.

- ¡Mirad! Dijo Hasan señalando los ventanales frontales.

Se podía adivinar la luz exterior como si la capa que la ennegrecía fuese diluyéndose.

- La capa líquida está desapareciendo, pronto todo volverá a la normalidad. Dijo Héctor.

- Esto no nos salvará. Dijo Mendoza.

- No. Tienen que acabar con nosotros y dejarlo todo a punto para cuando amanezca. Dijo Hasan.

- Al menos podremos haber visto nuestro mundo antes de morir. Dije yo.

Nos miramos todos posiblemente por última vez. Hasan se acercó y me abracé fuertemente con él.

- Me alegro de haberte conocido amigo. Le dije con voz temblorosa y lágrimas en los ojos.

El no pudo pronunciar palabra y se limitó a asentir con la cabeza y acariciarme el rostro.

- Pongámonos en círculo y esta vez no nos separemos bajo ningún concepto -dijo Mendoza- No tardarán en llegar y tenemos que saber por dónde.

Nos dispusimos en semicírculo con las lanzas preparadas apuntando hacia delante y hacia ambos lados, con el mostrador del hall a nuestra espalda para cubrir la retaguardia.
Al final del pasillo de nuestra derecha aparecieron los dos celayolts que nos seguían. Héctor levantó su brazo derecho y el espiral enrojeció.

"Aquí os esperamos"